La Fundación del Museo del
Desierto, y su familia me ha
permitido ser parte de este sentido homenaje a Don Jesús Garza Arocha, a nuestro querido amigo y colega. Me he sentido muy honrada de esta oportunidad, aunque sea
por este medio electrónico, por la
gran humanidad del personaje que estamos homenajeando: NUESTRO QUERIDO CHARRO.
Y así, recordé las largas horas
compartidas con El Charro mientras
fue nuestro guía en materia de Turismo de nuestro estado. Quien mejor que él,
quien ha dedicado más de 60 años de su vida a promover por su cuenta, las
bellezas naturales de montaña, bosque
y desierto, que tiene Coahuila. Y la tarea que al principio me pareció tan difícil, comenzó a
hacerse más transparente.
Jesús Garza Arocha, es
un hombre como lo describen quienes lo conocen: íntegro,
sencillo, humano, servicial, humilde, firme, flexible y cariñoso. Sus amigos le
dicen “Charro”. Los no tanto, paradojalmente, "Don Jesús". Él, trata a
todos por igual. Su sonrisa rompe los hielos más duros. Dotado de un natural
instinto, resuelve difíciles conflictos con una sencillez pasmosa. Nunca le
interesó el poder, pero cuando lo detentó, lo hizo con maestría. Su principal
característica como jefe fue la
conformación de equipos de trabajo con proyectos autónomos, que él estimulaba
permanentemente.Durante su etapa laboral le gustó delegar, y apoyar firmemente a sus equipos.
Como para él lo principal
siempre han sido las personas, se
preocupa y esmera por inventar muchas ocasiones de encuentro social en las que
se generan fuertes lazos de
amistad y compromiso.
En nuestro caso, no era infrecuente dedicarle tiempo afinando algún proyecto de turismo
que debíamos presentar a las entonces escépticas autoridades. Sabe llegar a todos, acompañando en momentos
de dificultad, y apoyando cuando es necesario. Surgen, ahora
innumerables relatos de personas que recibieron su cariñoso consejo y
ayuda de manera desinteresada.
Pero hay una faceta que es la
que se me hace más patente cuando lo recuerdo (y es compartida por todos sus
amigos): Su gran gusto por la música y la cocina y un sentido del humor exquisito. Las reuniones de trabajo
eran interrumpidas frecuentemente por bromas y carcajadas. Se trabajaba bajo
gran tensión, pero en un ambiente muy alegre. Así es don Jesús Garza Arocha.
Ahora, si me permiten, en nombre
de todos quienes lo conocemos. Gracias Charro, por su amistad, por su cariñosa
compañía, por ayudarnos a ser mejores personas, por su fe, por dejarnos un
recuerdo tan limpio, por su sonrisa amplia y transparente, por su risa fácil e
inteligente, por sus relatos, por
su trabajo, por creer en mí como persona
de trabajo y disciplina. Por su confianza y su constante apoyo y estímulo para enfrentar cualquier
reto.
Reconozco al Museo del Desierto y su Fundación, por esta acertadísima decisión de instituir esta Presea, sin duda, muy merecida. Será un gran reto para quien en lo sucesivo reciban este galardón. Son unos zapatos muy difíciles de llenar.
Gracias. Hasta siempre Charro, DON JESÚS GARZA AROCHA.
Gracias por todo y por el honor
de su amistad.
Su amiga HILDA FLORES ESCALERA.
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